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Cuidado con las modas

La metodología AGILE es una dinámica creada para gestión de proyectos, usada especialmente en el desarrollo de software.

En este campo era ideal porque estos proyectos precisan de rapidez y flexibilidad para adaptarse a condiciones cambiantes del sector o mercado, aprovechando dichos cambios para proporcionar una ventaja competitiva. Tiene todo el sentido del mundo en industrias donde cada día aparecen nuevos desarrollos tecnológicos que pueden mejorar una aplicación, un eslabón de la cadena.

Imaginaros por ejemplo que en la industria textil aparecieran cada día nuevos tejidos y máquinas. Que la innovación fuera tan constante y rápida, que un día surgiera un tejido impermeabilizado, el día siguiente una impresora 3D para botones, el otro un nuevo software para el aprovechar al máximo del corte del tejido, otro un material de fibras especiales que se adhieren al cuerpo como un guante….y así. La empresa que pudiera ir incorporando estos avances en tiempo real no sólo sería la más innovadora, sino también la más eficiente y por lo tanto la de mayor valor para el cliente y sus accionistas. La que no lo hiciera, probablemente con el tiempo se quedaría atrás.

Una empresa de diseño textil decidiría “trocear” cada una de las fases del diseño de las prendas para integrar esa innovación constante. Usaría AGILE que básicamente “trocea el proyecto” en pequeñas partes para ser más ágil, de tal manera que las modificaciones podrían hacerse sólo en la parte implicada ahorrando tiempo.

Una de las características principales de la metodología ‘Agile’ es la creación de equipos multidisciplinares (o ‘scrums‘), que trabajan juntos, codo con codo, durante todo el proceso. Cada ‘scrum‘ realiza sesiones diarias para poner en común su trabajo, y cada miembro individualmente explica tres cosas al resto: qué labores ha realizado, qué tiene pendiente y qué impedimentos (de haberlos) le han impedido avanzar. Estas reuniones sirven para que todos los del equipo sepan en qué punto está cada uno y saber en qué se puede colaborar para que el resto siga avanzando.

Las empresas de tecnología, especialmente software, han descubierto que con la metodología AGILE pueden mejorar la fase de creación y diseño de sus productos y servicios. No sólo es útil, para ellos es imprescindible.

Una cosa es el diseño, otra la producción

Las metodologías nacen para resolver problemas concretos y no siempre se pueden aplicar a todos los escenarios, por muy innovadoras que sean.

Si en el ejemplo anterior de la industria textil, la innovación no fuera diaria, ¿tendría sentido aplicar la metodología AGILE?

Probablemente no, porque sería mucho más cara. Trocear el proceso, HACER UN CAMBIO DE ROLES y pedir a TODAS LAS PERSONAS IMPLICADAS que cada día se reúnan para hacer un reporte sería tremendamente costoso para una organización porque cada una necesitaría superar una curva de aprendizaje sobre el nuevo rol y porque tanta reunión de feedback, como ya demostró con este fantástico calculador de tiempo hace tiempo Harvard Business Review, es carísima.

Estimate cost of a meeting calculator

La metodología AGILE está diseñada para la fase de DISEÑO y no tiene sentido tiene aplicarlo a operaciones y a la producción donde la expertise de cada profesional es lo más valioso.

Cuando se aplica una metodología a un contexto inapropiado, la probabilidad del desastre se dispara. Así le ha pasado a IKEA como bien ha recogido este artículo de El Confidencial.

Ikea, que ha sido una de las mejores empresas para trabajar y que llevaba en la lista Glassdoor en los primeros puestos entre 2013 y 2017 ha salido de ella de forma fulminante. Desconozco la metodología en concreto que ha usado IKEA, lo que está claro es que el cambio radical de roles que ha realizado en busca de la “innovación” ha sido un completo desastre.

Como veréis por el artículo, la gran insatisfacción de los empleados ha surgido por un cambio radical en sus roles.

He comentado la experiencia con diversos directivos y especialistas del área de recursos humanos y la mayoría coinciden en que una herramienta tan específica debe usarse solo en contextos muy concretos pues cuando se aplica en el sitio que no toca ofrece resultados desastrosos.

A veces me pregunto si la necesidad de innovar no se está convirtiendo más en una moda que era una verdadera transformación. Innovar es saber modificar aquello que debe ser cambiado y mantener aquello que está funcionando. Los sectores disruptivos y tecnológicos nos están enseñando muchas cosas interesantes pero no todo puede ser aplicado en entornos convencionales o analógicos.

Por eso termino con la reflexión con la que empecé: “cuidado con las modas, que no siempre a molan”

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