“Un sitio tóxico es aquél que no da al profesional ni las herramientas ni el amor para seguir creciendo”
¿Te ha pasado alguna vez eso de estar en un ambiente laboral tóxico para tu talento? Probablemente sí. De hecho, es más común de lo que crees.
La carrera profesional es tremendamente larga, y se podría afirmar con tranquilidad que no tener nunca una experiencia fuera de lugar es estadísticamente improbable, sobre todo teniendo en cuenta el periodo de exposición. Incluso si nunca has cambiado de sector, empresa o función, incluso si no te has movido del sitio. Porque no solo tú, sino también las características de tus responsabilidades, las circunstancias del sector o los retos globales sí que han ido cambiando.
Aunque no cambie “aparentemente nada”, siempre cambia algo.
Anécdota. ¿Sabes que los expedicionistas que van al Polo Norte persiguen un punto en movimiento? El Polo Norte está en mitad del océano helado, a 90 grados al norte. Sin embargo, el hielo no permanece fijo, sino que se mueve, así que los exploradores deben alcanzar en realidad un objetivo en movimiento. Como los profesionales.
¿Cómo saber si sufres un ambiente laboral tóxico?
Es probable que estés en un sitio tóxico si cumples tres de estas cinco afirmaciones:
- No aprendes
- No te animan a proponer mejoras
- No te escuchan cuando propones mejoras
- Recibes más críticas que alabanzas
- Los objetivos están por encima de tus capacidades y no te ayudan a saltar ese “gap” (entre lo que sabes y lo que necesitas saber)
Te recomiendo que lo contrastes con un aliado de confianza. A veces un exceso de inseguridad o un exceso de autoexigencia te puede hacer perder la perspectiva y ponderar de forma distorsionada tu situación real.
¿Qué hacer si estás en un sitio tóxico?
- Irte
- Y si “te van” (forma coloquial de decir que “te echan”), aceptar sin culpabilidad el alivio de que alguien te saque de ese lugar. Un empujón, aunque traumático, es algo positivo a largo plazo.
El ambiente laboral tóxico corroe el talento, lo mengua por falta de desarrollo. Erosiona la confianza de las personas sobre sus capacidades. La falta de uso lo atrofia. Y lo que es peor, genera frustración en las personas, además de un coste de oportunidad a las organizaciones que lo pierden por no estar donde debería.
Curiosidad. ¿Qué le pasa al jugador que se queda en el banquillo durante toda la temporada? ¿Al que no consideran para la formación titular y debe esperar a los diez últimos minutos del partido para jugar? A falta de practicar, su talento se erosiona más. También su confianza. Y su compromiso con ese entrenador y un equipo del que se siente solo miembro en parte, ya que tampoco se siente tratado como igual. ¿No tendrá más sentido irse a dónde sí que confíen en su talento, que le dejen jugar como uno más?
Una historia real
Hace poco recibí esta historia real que me gustaría compartir contigo:
“¡Hola Arancha, encantada de saludarte!
Antes de nada decirte que estoy leyendo tu libro Ahora o Nunca, y me está resultando muy interesante porque me siento identificada en muchos de los casos que expones. Gracias por hacerme sentir que no soy la única que pasa por situaciones profesionales difíciles.
Te escribo porque acabo de leer el post sobre el talento que muere en un sitio tóxico, y ahí es donde estoy yo…
He pasado 3 años en una empresa en la que nunca se me ha valorado (ni a la mayoría), se me ha ignorado, no he aprendido, creé mi propio puesto sin indicaciones ni referencias, sin evaluaciones, sin que los jefes supieran lo que hacía. De hecho el jefe siempre decía de uno o de otro que no hacíamos nada, porque no sabía realmente en qué empleamos el tiempo.
He sufrido mobbing también, porque en mi interés por aprender y evolucionar, pedí un cambio de departamento, y mi jefe, lejos de entenderlo, dejó de hablarme, me sacaba de los hilos de los email, no me convocaba a las reuniones… y mandaba mensajes criticándome a mi compañera directa. Ha sido muy duro, y económicamente no podía permitirme dejarlo y quedarme sin nada.
La vida me puso delante un gran proyecto fuera de España (de otra empresa) por tres meses; lo consulté en mi empresa porque coincidía con mis vacaciones, y me dijeron que no había problema, que me fuera y que era un orgullo que contaran conmigo para algo así. A la vuelta en enero, me incorporé, y a la semana me despidieron, alegando que no tenían presupuesto para mantener mi puesto. Me lo dijo la subdirectora un viernes a las 6,45h y a las 7h terminaba. No pude ni despedirme de mis compañeros.
El jefe se fue un rato antes para no estar en ese momento, y no he podido hablar con él en persona de lo que había pasado, porque claramente el tema del presupuesto no era cierto (mi empresa factura muchos millones).
Desde entonces, estoy en paro (más ahora que nunca), sintiéndome bien unos días por haber salido de un sitio así, pero otros sigo sin entender por qué me trataron de esta forma. Nunca me había pasado algo así, y estoy intentando recuperar mi autoestima poco a poco. Me siento estancada y perdida profesionalmente”.
Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana
Después de pasar por un sitio tóxico lo más importante es sanar la confianza erosionada y enriquecer el talento con lo aprendido:
- Reflexiona sobre lo adquirido durante esa experiencia. No todo ha podido ser malo, siempre hay algo que aprender. Identifícalo y ponlo en valor para la siguiente etapa.
- Identifica aliados. No todos serán enemigos, encuentra a tus aliados y consérvalos.
Esta fue mi respuesta al email que recibí:
“Me alegro mucho de que salieras de ese sitio donde no valoraban tu talento. Volverás a encontrar algo, apóyate en la red de los aliados que SÍ que te valoran.
Recuerda las señales positivas que te decían que sí que tienes talento, como las campañas concretas que fueron un éxito, el haber sido elegido para esa estancia y tus proyectos anteriores. No pierdas la confianza.
Identifica a un par de personas de esa empresa en cuyo criterio confíes y pídeles feedback. Hazlo por escrito, como dentro de un ejercicio de reputación de un plan de marca personal. Porque podrán meditarlo y te resultará más fácil analizarlo. Así podrás aprender en qué puedes mejorar, si es el caso. Si te interesa una sesión conmigo para que te ayude a interpretarlo, te podemos enviar información sobre nuestros servicios.
Como en el cuento del patito feo, te encontrabas dentro de una “bandada de patos” que te hacían creer que eras fea. Sin embargo, eres un cisne. Ahora necesitas encontrar tu verdadera tribu.
Un fuerte abrazo,
Arancha «
¿Cuál fue el desenlace?
Este fue su email posterior:
“Querida Arancha,
Antes de nada, muchas gracias por tu respuesta. Justo hice ese ejercicio que me comentas hace unas semanas, y entre todas las cosas positivas que dijeron, coincidieron en que me falta un poco de seguridad en mi misma y que necesito la aprobación de los demás para tomar decisiones, que creo en mí mucho menos de lo que los demás lo hacen. Es totalmente cierto, soy consciente de ello, y de que en estos 3 años he ido perdiendo esa seguridad en mí misma porque me la han ido minando en esta empresa.
Espero que cuando el confinamiento pase y la economía se reactive, pueda encontrar un lugar donde volver a recuperar esa confianza en mí misma. Supongo que es eso lo que necesito.
Muchas gracias por tu ayuda, sigo con tu libro y espero seguir en contacto”.
Tendrá que pasar algún tiempo antes de conocer el desenlace de esta historia, pero estoy convencida de que le irá bien. Porque esta persona se encuentra al inicio de un viaje en el que va dando pasos firmes.
Está reflexionando, buscando herramientas (en este caso en mi libro Ahora o Nunca) y escribiendo a personas para recabar un punto de vista, como ha hecho conmigo. Y está alerta a la aparición de nuevas oportunidades.
Estoy convencida de que le irá muy bien, sobre todo porque ha salido de donde le iba mal. Ahora que ya no se encuentra en un sitio tóxico para su talento, podrá dedicarse a buscar hasta encontrar el entorno donde acceder a las herramientas y la confianza que necesita para desarrollarse. Y entonces, su talento brillará.